lunes, 7 de octubre de 2013

VI. CONCLUSIONES DE LA MEMORIA DE OBRA DE “La Toma Reflexiones Inútiles y Patéticas” (año 2009 )



‘Escribo lo que no puedo compartir, lo que mis gestos y mis palabras no saben expresar, aquello que quedó enquistado en mi desesperación, algo que me violenta. Mis personajes traducen mi mal. No hay gestos reparadores en mi teatro. Hay odio, perversión, resentimiento, violencia abismal. No hay primera intención de comunicar nada a nadie. Es un vómito de desesperanza, de terror, el peor de los miedos’ [1]
“La Toma. Reflexiones Inútiles y Patéticas”
No es el primer texto dramático teatral que escribo. He escrito otros siete para ser más exacta, pero es éste, el que he desarrollado en un espacio académico, en la circunstancia de un Magíster. Es un hijo gestado, nutrido y nacido en la premeditación, he debido reflexionar su concepción y desarrollo, sustentar el por qué de su escritura con la investigación, selección de teorías y referentes que fundamenten su incubación y existencia. Es un trabajo arduo y nutritivo que ha colaborado en mi equilibrio personal como un proceso sanador. Me ha otorgado una amplitud de mirada, un incremento en la información y el lenguaje intelectual, una mejor comprensión y aprecio por mi profesión artística y la conciencia de que todo ese logro no es solo para mí, es para ofrecerlo como un legado testimonial.
Estoy segura que no lo hubiera escrito si no fuera por esta curiosa oportunidad que me ofreció la vida de continuar estudiando en busca de una maestría en mi oficio. Esto de colaborar a la comprensión de mundos es un privilegio y una obligación ética. Las mujeres aportamos a la cultura en todos los sentidos y en todos los espacios. Es importante que como sociedad lo comprendamos y no olvidemos la importancia y el significado de su presencia matriarcal. La impronta de nuestras madres, tanto en lo positivo como en lo negativo, es una herencia que es necesario considerar.

Y es en este punto en donde la educación toma una importancia relevante. ¿Cómo educamos a seres íntegros que no se transformen en tiranos? ¿Cómo valoramos a las personas más allá de sus logros y éxitos materiales? ¿Cómo nos acercamos a la comprensión colectiva de que cada ser humano es en sí mismo una existencia que contiene su propia oportunidad de ser, y que es en su interacción con el mundo que le corresponde conocer, todos tenemos ingerencia  y responsabilidad?
Este texto dramático teatral está pensado para compartirse frente a un público. Detener en un tiempo único, unos y otros nuestras miradas, para enfocarlas simultáneamente en un relato particular, que desentraña el dolor aislado que carece de lenguaje y lo abre a la identificación, a la compasión, a la crítica, dándole voz a los perdedores, a los caídos.
Existe como una propuesta que nos movilice a recuperar nuestra memoria golpeada y anestesiada en esta aceleración post- post moderna, globalizada y light que nos hace olvidar y avanzar poniendo en primer lugar de nuestras existencias los logros materiales. Para mí este periodo ha sido terapéutico, me he reconciliado con el miedo y el dolor. He mirado mis heridas como cicatrices de sobre vivencia. Yo no morí en esa ocasión. Como ser humano de sexo femenino tuve el privilegio de reproducirme. A esas tres hijas, les debía esta historia. Para ellas puede constituir un fundado en el que se levanten y construyan cuando lo necesiten. Mi abuela y mi madre murieron prematuramente, pero aunque hubieran vivido más tiempo, no se habrían atrevido a abordar estos temas con la libertad que puedo hacerlo en este ahora. Esa es la libertad que quiero defender y poner a la vista.
He construido una mimesis teatral integrando estilos, creando representaciones que van desde la canción, lo coreográfico y musical, lo realista de cuarta pared, lo ritualista y lo performático. La música es un personaje más en el hecho teatral. Las canciones, las rutinas coreográficas comparten con el diálogo hablado un equilibrio en los conceptos dramáticos, sociales, morales y políticos que se quieren representar. Las canciones apoyan la emoción, producen distanciamiento al estilo brechtiano ironizan y divierten. Se persigue un teatro musical popular, que en su estructura de espectáculo se manifieste a través de medios perceptibles, verosímiles que sustenten autónomamente y en conjunto el impacto general de la obra. Los presentadores son también músicos en vivo, esto se sugiere como una puesta ideal, al igual que representarla en el espacio real de un Cementerio.
Son didascalias que complementan la interpretación y la representación, otorgándole otro elemento sensible y que amplía la dimensión del espectáculo artístico en una posible puesta en escena.
Con honestidad debo reconocer que en este proceso he rellenado algunos de mis vacíos de información, entiendo mejor los conceptos relacionados con la construcción dramatúrgica, he avanzado en la capacidad de registrar y justificar teóricamente mi impulso de creación artística.
He intentado describir el proceso de creación, en un lenguaje cercano a lo que soy, a mi capacidad de comprender los estudios generosos de otros que pensaron antes, lo que para mí era una novedad y un eco en mis ideas y que me alegraba descubrir. De algún modo he encontrado respuesta a la inquietud de Aline:
‘Identidad…Profesión. ¿A quién servir? ¿A quién explotar? ¿Qué fe seguir? Que no sea la fe, en mí. Huyendo de la esclavitud de las ideas. De las mías, de las de otros. ¿Cómo ser? ¿Quién ser? Si ya soy. Sacar de sus tumbas de papel, los pensamientos de otros, y apropiártelos. Mejor eso para esos otros, que ser ignorado, desconocido, repudiado. Mirando líneas negras que dibujan letras, palabras. Buscar nuevas combinaciones. Significados, significaciones, en mi cerebro agotado. Como siempre hablé más de lo necesario. Me expuse torpemente. Esa lengua incontinente mía me liquida. Siempre la garganta apretada, como un eterno lloro que oculto malamente tras mis labios sonrientes.’[2]
Y para finalizar que mejor que citar a Heidegger:
‘Ahora resulta claro en qué sentido la muerte desempeña una función decisiva en la constitución del Dasein como totalidad auténtica: al anticiparse en la propia muerte, el Dasein ya no está disperso ni fragmentado en las diferentes posibilidades rígidas y aisladas, sino que las asume como posibilidades propias que incluye en un proceso de desarrollo siempre abierto precisamente por ser siempre un proceso para la muerte. La muerte posibilita las posibilidades, las hace aparecer verdaderamente como tales y así las pone en posesión del Dasein, que no se aferra a ninguna de ellas de manera definitiva, sino que las inserta en el contexto siempre abierto del proyecto propio de existencia. A partir de ahora podemos afirmar que sólo al anticipar la muerte propia, que posibilita posibilidades, el Dasein tiene una historia, es decir, un desenvolvimiento unitario más allá de la fragmentación y de la dispersión.’[3]



[1], Pavlovsky,Eduardo. Teatro del estupor, citado por Carolina Muñoz en artículo Revista Acta #29.  2004. disponible en http://www.scielo.cl/pdf/actalit/n29/art05.pdf  (20 de abril 2007)
[2] Hernández, Sylvia. Op. Cit. nota nª40. Texto personaje Aline.
[3] Vattimo, Gianni. Introducción al ‘Ser y Tiempo’ de Heidegger.  De Introducción a Heidegger, traducción de A. Báez, Gedisa, México, 1987 Disponible en  http://homepage.mac.com/eeskenazi/vattimo_heidegger.html  (17 de junio, 2009).

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