lunes, 7 de octubre de 2013

Dramaturgia fresca desde una cabeza y una historia añeja. Presentación de Memoria de obra La Toma Reflexiones Inútiles y Patéticas (año 2009)



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Si busco una definición de memoria, lo primero en que pienso es en algo que ya ha sido, que está situado en el pasado, registrado en lo que ya ha sucedido, que por lo tanto, debo traer al pensamiento presente y re elaborarlo desde la reminiscencia.
Compartir un proceso de creación dramatúrgica , más aún, teorizar acerca de éste, no es una tarea sencilla para mí. Mis inseguridades y vacíos de información me hacen dudar que pueda aportar algo que sirva al tema. Me entusiasma eso sí, reflexionar acerca de un lenguaje que me produce placer y predilección. Me refiero al lenguaje del Teatro, del que he sido amante y oficiante por treinta y tres años. He vivido el Teatro desde la práctica y como es común en casi la mayoría de los actores, sin dejar registro teórico de los hechos teatrales, tanto desde su proceso de ensayo y creación, como de lo que sucede cuando el producto artístico se entrega al espectador. Si lograr ese registro es complicado, lo es más desde el punto de vista de la autoría de un texto dramático teatral, propósito que se convierte en una responsabilidad agobiante de la que espero salir bien librada y compartir la experiencia con quien le pueda interesar.
Vomitar no es un acto racional. Es un estallido del cuerpo que ya no soporta más. Puedes accionar el excusado y no mirar lo expulsado. O se puede revisar asqueada lo devuelto, y analizar los contenidos. Comprender lo que te ha hecho mal. Evitarlo, o mejor aún, crear un antídoto.
Es lo que hice en la “La Toma. Reflexiones Inútiles y Patéticas”.
El germen es auto referente. Se construyó con mi memoria, con la presentación de la representación de mi identidad, dialogando con las influencias y referencias culturales que han formado y deformado mi historia personal, con el propósito de objetivar los temas, compartirlos y proponerlos a una mirada colectiva convertida en una creación teatral. En un producto artístico para ser compartido con otros en un ritual, un exorcismo de revivir lo trágico para liberarse.

El beneficio de una Beca Valech para continuar estudios superiores, me permitió ingresar en el 2007, a la Facultad de Artes de la Universidad Católica de Chile para la realización de un Magíster en Artes, mención Dramaturgia.
Propuse el proyecto de creación que ha dado como resultado esta obra, que se planteó como tesis, encontrar un ethos femenino en el cruce de los relatos de tres mujeres chilenas testigos y víctimas de un pasado reciente en común, el Golpe de Estado 1973. Mujeres que portan en sus mundos personales fracturas invisibles, consecuencias de crímenes de lesa humanidad, que a pesar de que parecen cicatrizadas, duelen, brotan y sangran a veces.
Pude haber elegido otro tema menos sensible y expuesto para mí, pero era un germen demasiado fuerte y se impuso como una obsesión que ocupaba mis pensamientos. Me preguntaba si debía:

¿Darle sentido al Teatro o no darle? ¿Mostrar, sin filtrar? ¿Desnudarse?
Atormentarse se.se.se…Ser...
Vivir del Arte. Para el Arte. Ser Arte.
Llevar tu vida con arte.
Casa-arte, caz- arte- rearm-arte- odi- arte-mir- arte
Am-arte.

Asistía a una lujosa cena de manjares, cocinada por los que pensaron el Arte.
Alimentando mis neuronas moribundas, exigiéndoles que hicieran sinapsis.
Las ya muertas ni se enteraron como sabía tal jalea real.

Me pregunté ¿sería oportuno escribir sobre un tema del que se nos ha sugerido tanto y de distintas maneras, tomar la opción del perdón y el olvido? Es comprobable que hoy vivimos en un país distinto en lo político y lo social, nuestra sociedad está más abierta a discutir temas que antes no se tocaban y tenemos libertad para expresar lo pensamos.
¿Qué nos ha pasado en lo emocional, en lo afectivo, como seres humanos, en estos años de re construcción democrática?
La historiadora María Angélica Illanes menciona:
‘La masa homogeneizada y domesticada en torno al mercado, la clientela y la televisión. Desde el punto de vista político, estas nuevas categorías visualizan las masas jugando en la arena electoral, des-ideologizádamente, en torno a problemas locales, ecologistas, legalistas y pragmáticas que fundan una visión política como práctica, aparentemente sin proyecto o ideario de sociedad. Sin utopía. Sobre el proyecto de la ‘razón social’ se habría impuesto el ‘deseo individual’.[1]
Parecía necesario hacer visible a esta ‘masa homogeneizada y domesticada en torno al mercado, la clientela y la televisión’ revisando el pasado inmediato, el efecto social, económico y político, vivido y sufrido por los componentes de la sociedad chilena herida por la dictadura. Exponer sin rencor. Intentar sanar el dolor, saldar las cuentas pendientes. Comprender que las fracturas morales se pueden elaborar para aceptar los errores, pedir disculpas, perdonar y evitar repetir las razones que nos hicieron víctimas y victimarios. Quise además compartir el desasosiego que me produce la polarización permanente, la odiosa comparación, entre inocentes y culpables, entre caínes y abeles, buenos y malos, estrellas y estrellados, mimados y desafortunados, exitosos y fracasados, que nos posiciona crítica e hipócritamente y nos hace descalificar a los ‘otros’ como enemigos, permitiéndonos en casos extremos en un momento histórico, hasta el derecho de la aniquilación fratricida. Acepté el potencial dramatúrgico que había en los acontecimientos sucedidos pre y post dictadura, y en el difícil tránsito a recuperar la democracia chilena. Una circunstancia política histórica, que oscureció nuestra identidad, convirtiéndonos en una nueva sociedad algo alelada y con doble estándar, que carga en su pensamiento colectivo, lo quiera o no, a los muertos y desaparecidos.
A los torturados, a los exiliados, a familias separadas, retornados que se miran y no se reconocen, sintiéndose en un lugar desconocido y extraño al país del que se fueron. Torturados y torturadores, habitando nuestro país, dañados física y moralmente, hemos intentado aprender a convivir con lo que hay, poniendo con buena intención el propósito de la evasión y el olvido. Pero tal vez no debamos olvidar sin comprender y memorizar que quien perpetra un crimen de lesa humanidad no sólo es el ejecutor final, esta injuria es una consecuencia de modelos constituidos en el aprendizaje de una sociedad, con los criterios y des criterios de su devenir histórico, que un momento desgraciado han validado y justificado tales acciones y abusos de poder desde el Estado y sus agentes.







[1] Illanes María Angélica. “La Batalla de la Memoria”. Buenos Aires, Biblioteca del Bicentenario Planeta /Ariel 195-196p.

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